jueves, 27 de octubre de 2011

Futurum - Capitulo 3

Me quede pasmada. ¿Esta noche? ¡Pero si mi padre solo sabia que había salido a dar una vuelta! Aunque si lo pensaba bien no creo que a mi padre le molestara, el era del tipo de personas difíciles de sorprender, posiblemente por eso no se había vuelto loco en el ejercito, viendo como llevaban a sus compañeros de campamento a la morgue.

-¿Y bien? ¿Crees que a tu padre le moleste que lleguen dos extraños a su casa sin previo aviso?

-Fifi- dije un poco alarmada -Cuando lo pones en esos términos haces que suene realmente mal.

Fifi se tapo la boca como si hubiera dicho algo que no debía decir, pero luego se asomo una tímida sonrisa detrás de su mano. -Lo siento, suelo ser muy impulsiva para hablar.

-No tienes que disculparte, tampoco fue tan grave- ahora era yo la que estaba apenada, no quería hacerla sentir mal.

-¿Y bien?- volvió a preguntar -¿Crees que le moleste?

-Solo hay una manera de saberlo.


Fui junto con Fifi a la Estación de Tren. Era extremadamente solitaria a comparación con las que estaba acostumbrada a frecuentar. Era subterránea y hacia mucho frió. -La calefacción se daño hace un tiempo- me explico Fifi al ver que titilaba. Bajamos por unas anchas escaleras de piedra para llegar a la planta baja. Solo habían unas cuatro o cinco personas, al parecer, esperando a que llegara el próximo tren. Fifi me indico con la mano que nos sentáramos en unas bancas que habían cerca de la pared; estas también eran de piedra. Extraño. La mayoría de Estaciones de Trenes actuales que conocía no tenían este tipo de estructura. En este reinaba la piedra y el mármol, como si hubiera sido construido para durar por siglos. Lo que no parecía durar era la electricidad, las luces titilaban, al igual que yo. No habían tiendas, ni carritos de comida, a duras penas habían unas cuantas bancas cercanas a las paredes. En el otro lado de las ferrovías, había una especie de acera pequeña, posiblemente para salidas de emergencia.

-El lugar es bastante lúgubre- me sincere con Fifi.

-Si- admitió Fifi -Según Casius, no lo han remodelado desde... Bueno, al parecer nunca lo han remodelado- Fifi se llevo una mano a la cabeza y rió en voz apagada. En eso, se oyó una voz de hombre desde los parlantes: ''Por favor, aléjese de los bordes cercanos a las ferrovías. Muchas gracias.''

-¡Llego!- Fifi salto de la banca de piedra e hizo todo lo contrario a lo que indicaba la voz, se acerco bastante al borde, hasta el punto que creí que saltaría a las ferrovías. El tren paso rápidamente al frente de ella. Era gris, y por muy extraño que suene, no tenia ni un solo graffiti. Los vagones empezaron a pasar mas lentamente, hasta que se detuvieron. Las compuertas se abrieron y dejaron salir a unas cuantas personas. Vi el interior de las vagonetas, todo era gris, pero los asientos eran de un tenue color azul cielo. Hermoso contraste.

-¡CASIUS!- el grito de Fifi me saco de mi análisis. Vi como ella saltaba a los brazos de un hombre alto y que este la recibía con agrado. Me levante de mi banca y camine hacia donde estaban ellos. Me preocupe. El hombre venia acompañado de un joven. ¿Un joven? No. Era un hombre de unos veinte años. Era alto como su acompañante, con cabello marrón oscuro combinado con unos cuantos mechones de un marrón mas claro. Tenia el cabello con un corte que le hacia parecer despeinado, pero que se le veía bastante bien. Su rostro, bueno, era bastante guapo, ojos marrón oscuro, nariz casi recta con una pequeñísima protuberancia en la parte superior, labios no muy anchos pero finos. Vestía un abrigo lanudo de un azul muy curioso, una especie de combinación de plata, aguamarina y celeste, junto con un jean clásico oscuro y deportivas negras. El atuendo hacia una combinación opaca, pero su expresión seria, casi malhumorada, le daba el toco que faltaba para hacerlo parecer un modelo. Cuando levante la vista para volver a ver su rostro me di cuenta que me estaba mirando. No podía sonrojarme, si me sonrojaba dejaría ver que me había impresionado. No. No permitiría eso, no lo dejaría darse cuenta que me parecía ver a una estrella del cine.Definitivamente... imposible. Sentí como me empezaba a acalorar, como mi cara se iba poniendo roja cada vez mas rápido. Suspire resignada y baje la cabeza para calmarme; bien, ahora que estaba un poco menos colorada podría volver a mirarlo sin vergüenza.

-Layla, este es Casius. El Director de la Academia de Bellas Artes- levante rápido la mirada justo al tiempo que sentía que una mano grande se posaba encima de mi  cabeza. Me sobresalte pero no huí de su contacto.

-Mucho gusto, soy Layla, aspirante a estudiante de su Academia- cerré los ojos como en forma de reverencia; había visto a mi padre hacerlo cuando sentía respeto hacia alguien.

-Interesante, disciplinas del ejercito. El placer es mio, Layla.

Volví a abrir los ojos y me encontré de inmediato analizando a este hombre que se hacia llamar Casius. Era de ojos azul claro intenso, con cabellos rubios rodeados al azar con unos cuantos pelos de un amarillo casi blanquezco. Era de tes blanca, con aspecto amable y respetuoso, como el de un hombre que ha visto muchas cosas dolorosas. A pesar de que su apariencia lo hacia ver mayor que mi padre, no tenia ni una sola arruga en la frente; solo unas cuantas alrededor de los ojos y de la boca. Retiro su mano de mi cabeza y prosiguió a moverse hacia donde estaba su acompañante.

-Este es mi hijo, Aimé.

viernes, 7 de octubre de 2011

Futurum - Capitulo 2

-¿Soñando despierta?

No había escuchado que mi padre había llegado de hacer las compras para la comida hasta que hablo. Yo estaba en el balcón principal viendo como caía la nieve.

-Si- le dije, un poco apenada -Recordaba el día que llegamos aquí- sonreí, no quería que mi padre pensara que lo odiaba. Pero al parecer no había funcionado.

-¿Me odias por haberte traído aquí sin avisar? ¡Dímelo! Viviré con tu odio, solo desahógate.

-Papá, ya te he dicho que eres muy dramático, no me hagas repetírtelo- era cierto, todas las mañanas se lo recordaba -Ya te he dicho que no, no te odio. Estoy feliz de estar aquí, contigo.

Mi padre me miro como si ocultara algo pero luego se fue para la cocina. Posiblemente a desempacar las cosas que había comprado.

-Por cierto hija- dijo a medio grito -¿Has pensado en alguna Academia, Escuela, Instituto, cualquier cosa, para estudiar?

-La verdad es que si- me pare de mi cómoda silla y me dirigí hacia la cocina, no quiera hablar a gritos con mi padre, y menos sobre ese tema.

-¿Ah si? ¿Y cual?- pregunto él con curiosidad.

-La Academia de Bellas Artes. Ya que estoy aquí me gustaría entrar, ademas ya hice toda la Secundaria, es hora de que vaya pensando en que hacer con mi vida.

-¿Y no hay otra cosa que te interese estudiar?- mi padre había dejado de hacer lo que estuviera haciendo para mirarme; en sus ojos había miedo, precaución y vacilación -No lo tomes a mal hija, no quiero cortarte las alas, pero de todas las opciones existentes, ¿Tienes que elegir esa?

-¿Por que te da tanto pavor que estudie Arte? ¡¿Que tiene de malo?!- me empezaba a enojar y quería irme directo a mi cuarto, pero la curiosidad me ganaba.

-No tengo nada en contra de los artistas, querida. Pero no quiero se sufras el fracaso y...

-¡Eso no es lo que en verdad estas pensando!- lo mire con odio, odiaba que me mintiera en mi propia cara.

Mi padre suspiro, era como si lo que me fuera a decir le costara mucho decirlo en voz alta, o incluso admitirlo -Tu madre... Bueno, ella fue Arquitecta. Hacia magnificas obras, sus dibujos eran bellisimos, pulcros, casi de otro mundo. Pero... También estaban los otros dibujos. Los macabros, los... Mira, no quiero que pienses mal de tu madre, la ame con locura hasta el día de su muerte, y aun sigo sintiendo que es la persona mas maravillosa que he conocido. Pero tu madre me causaba terror en algunas ocasiones. Cuando caía la noche ella no era ella. Dejaba de hacer sus planos. Se recostaba encima de algún escritorio y pensaba en voz baja, luego cogía alguna hoja grande en blanco y empezaba a dibujar como si estuviera poseída; no le gustaba que yo viera sus dibujos nocturnos, tanto era así, que los quemaba al amanecer. Pero una vez... accidentalmente vi una carpeta con varios dibujos, eran terroríficos, hermosos, eran... eran como ángeles infernales; iglesias en ruinas, gárgolas, sombras, quimeras, duendes, enanos; todo era miedoso, como sacado de la mejor película animada de terror, pero tenían algo, una magia que hacia que al verlos te dieras cuenta de algo que sabías pero que habías olvidado. Como un secreto. Algo mágico, pero aterrador. No se si tu madre algún día se dio cuenta que yo había visto esos dibujos, pero estoy seguro que sospechaba. Ella era muy suspicaz.

-Papá, no entiendo a que viene todo eso- dije. Estaba confundida, mi padre nunca me había hablado de los dibujos nocturnos de mi madre, y yo nunca había sospechado.

-Me da miedo que tu seas como ella- mi padre estaba apenado. Estoy segura que de haber sido por él nunca me hubiera confesado eso.

-Exactamente, ¿Que te da miedo?- sabia que mi padre no quería contestar, pero era esa pregunta o exigirle que me hablara mas de los dibujos. Preferí la pregunta.

-La verdad es que... tengo miedo que tus dibujos sean como los de ella. En palabras mas simples, tengo miedo que me la recuerdes, que me recuerdes como era ella en sus noches de locura, que me recuerdes todas esas emociones inexplicables que sentía cuando la veía a los ojos. Eso es lo que temo.

-Pues temes mal. Primero, mis ojos son claros, los de ella eran oscuros. Segundo, ella era del estilo Dark, yo soy mas normalita para dibujar. No tienes que temer, solo te pido que me dejes estudiar allí. Es lo único que en este momento realmente deseo.

Mi padre no respondió, se volteo para seguir trabajando en lo que parecía seria la cena y no me dijo nada mas. No quería ir a mi habitación, así que opte por darme una vuelta por el vecindario; no lo había recorrido por primera vez desde que había llegado y tenia mucha curiosidad de saber como serian las otras casas.

-¡Papa!- grite -Saldré a dar una vuelta- no espere su respuesta y salí de la casa mientras me ponía un abrigo de invierno. Las casas no eran para nada peculiares, eran bastante parecidas a la mía, y casi todas con un pequeño jardín delantero. Camine por aproximadamente cinco minutos y llegue a un pequeño parque. Estaba todo cubierto de nieve: árboles, sillas, macetas, la hierba, todo. Era como un cuento de hadas, mas o menos. Me senté en una banca que miraba hacia el pequeño lugar. Era hermoso. Todo estaba tan brillante, tan... rojo. Empece a asustarme; todo lo que hacia un momento había sido blanco ahora era rojo opaco, como si hubieran derramado sangre por todo el lugar y la hubieran dejado secar; mi pulso se acelero, sentí que el corazón se me iba a explotar, quería salir de allí, correr, gritar ...después todo fue negro.

-Tranquila- una vocecilla de chica hablo desde detrás de mi oreja, podía sentir su aliento en mi cuello -No te asustes, no es sangre real ni nada por el estilo- ¿Como lo sabia? ¿Quien era esa voz? ¿Por que estaba la nieve así? ¿Por que sucedió tan rápido? -¿Eres turista?- callé, estaba demasiado nerviosa como para contestar, después deje de sentir su aliento en el cuello y me volvió a entrar pavor. Estaba vez iba con todas las ganas para gritar pero volví a ver la luz. Ahora la voz no venia de detrás de mi oído, ahora la dueña de esa voz estaba justo en frente mio.

-Hola, soy Fifika. Lamento haberte tapado los ojos, pero es que te vi tan asustada que temía que te desmayaras. No creas que soy anormal, es solo que la primera vez que vi este parque en esta temporada también me entro pavor. Hasta donde se a casi todos les da miedo cuando ven el parque así, hasta creo que una vez un señor se llego a desmayar y lo tuvieron que llevar al Hospital. Al parecer casi entra en paro cardíaco y se muere- esto último lo dijo al tiempo que se tocaba los labios distraidamente.

-¿Fifika? ¿De donde es ese nombre?- y otro vez la curiosidad sobre mis otras emociones, viva yo.

-Es de origen Gitano. Significa ''renuévame Dios''. A mucha gente le parece extraño por lo que el diminutivo es Fifi, y por lo general es nombre de perro. Pero a mi me gusta, y es lo que importa. Por cierto, no me has dicho tu nombre...

-Layla. El mio es Árabe; significa ''belleza nocturna''. Y a mi también me gusta tu nombre- sonreí un poco para demostrarle que era cierto y Fifi me devolvió la sonrisa multiplicada por mil.

Su cuerpo era parecido a su voz, pequeño y alegre. Al parecer Fifi tenia dos años menos que yo pero se veía como una niña de once años. Tenia el cabello rubio recogido en dos colas de caballo a cada lado de la cabeza. Su tez era como la de una muñeca de porcelana con la expresión mas dulce jamas vista. Tenia los labios rosados como una cereza y unos ojos azul celeste grandes enmarcados por unas espesas pestañas marrón oscuro. Tenia puesto un vestido rojo con un abrigo de lana negro encima, botas de nieve negras y una gran flor color oro pegada en el abrigo.

-Ahora que se tu nombre puedes preguntarme lo que quieras- Fifi sonreía, era como si supiera que le iba a preguntar algo; parecía dispuesta a contarme cualquier cosa que le pidiera. Tenia una alarmita en la cabeza que me decía que empezara preguntando como sabia ella que le iba a cuestionar algo, pero la ignore y decidí indagar por otra cosa que me parecía aun mas curioso.

-¿Por que el blanco se convierte en rojo?- eso, eso era lo que necesitaba saber. Si la nieve no hubiera cambiado su color habitual posiblemente no me hubiera llevado un susto de muerte.

-Mmm- Fifi estaba dudosa, posiblemente estaba buscando la respuesta o la historia adecuada para responderme; sabia que no me iba a dejar con la duda; tenia esa mirada de profesora que esta dispuesta a lo que sea con tal de que sus alumnos queden con la mínima cantidad de dudas posible -Hay leyendas sobre eso, pero no si sean ciertas.

>>Dicen los mas ancianos del vecindario, que hace unos treinta y cinco años mas o menos llego una chica, americana; creo les oí decir, de una belleza extraña, sombría, pero deslumbrante. Dicen por ahí que la chica llego sola, sin compañía alguna, solo con un cachorro de can. Al parecer el perro no era mas corriente que la chica, pues era completamente negro, negro como la mas oscura de las noches, sin una sola mancha de color; y sus ojos, sus ojos no eran de animal ni de humano, parecían ojos de bestia, rojos fuego, con ansia de venganza por algo que todos desconocían. El perro nunca dejaba a la chica, era su mas fiel acompañante. Siempre la defendía de todos los posibles peligros que la acecharan y no dejaba que ser alguno la mirara durante demasiado tiempo.


>>Cuentan que un día llego un chico al lugar, un joven carismático, americano también. Era la felicidad del barrio en la temporada de Invierno. Una vez, el chico estaba paseando con sus amigos, era la noche del Solsticio de Invierno el día que la vio por primera vez; la chica esa noche lucia exquisitamente hermosa, parecía una princesa del Inframundo. Dicen que el chico se enamoro a primera vista; reunió todo su valor y fue a saludarla.

>>-Hola, soy Mark, mucho gusto- el chico estaba fascinado cuando la muchacha levanto la cabeza, tenia la tez morena, ojos negros, cabello negro, labios bicolor; la chica era peculiarmente hermosa.

>>-Hola. Lindo nombre, Mark- Mark sintió que se le salia el corazón. Su nombre, en los labios de esa mujer, sonaba como la mas trágica de las catástrofes aunciadas por un ángel de alas negras.

>>-¿Puedo besarte?- El chico estaba como embobado cuando dijo eso, no razonaba bien, no quería razonar bien; tenia miedo que si lo hacia la escena perdiera su magia. La chica se sorprendió, abrió los ojos y levanto las cejas ante el descaro del muchacho, luego se echo a reír. Le causaba gracia. Ella definitivamente era peculiar; cualquier otra chica se hubiera avergonzado del descaro del muchacho, o como mínimo lo hubiera abofeteado, pero ella no. Se levanto, cogió la cara del chico y atrajo su boca a la suya.

>>Dicen que el muchacho no volvió a ser el mismo después de ese beso. Se volvió retraído, ya solo salia de noche; iba mas a menudo al parque, dicen, para buscar a su ángel sin alas. La chica nunca volvió a aparecer. Cuentan que desde esa noche, nadie volvió a saber nada de ella; no volvieron a ver ni siquiera a su can endemoniado.

>>Cuando había pasado exactamente un año, el chico volvió al parque. La ciudad estaba pasando por el peor invierno jamas registrado, caía nieve por montones y los vientos gélidos eran demasiado fuertes. Pero al chico no le importo, fue al parque igualmente; tenia la esperanza de verla. Y la vio. Ella estaba allí, sentada en el mismo lugar de hace un año; esta vez su can no estaba, estaba completamente sola, sentada allí en la nieve. Mark se acerco pero la noto diferente; parecía como si la chica se hubiera transformado completamente en ángel. Dicen que el chico incluso alcanzo a ver sus alas; eran hermosas, como las alas de un cuervo manchadas de sangre.

>>-Te estuve buscando- soltó Mark. Su voz sonaba excitada, por fin la estaba viendo de nuevo.

>>-Lo se- dijo ella quitandole importancia. Se movió un poco y dejo ver lo que hacia. Enterraba a su can... vivo. Mark se aterro pero no huyo; podía ver que el perro se movía, pero parecía como si estuviera de a cuerdo con lo que le hacían. Cuando la chica termino de enterrarlo clavo una rosa rojo llena de espinas en la nieve. De pronto, algo empezó a brotar del suelo, primero fue una pequeña rosa manchada de negro, luego fueron mas y mas, hasta convertirse en un gran rosal negro. Mark seguía sin poder moverse, era tal el pánico que estaba paralizado.

>>La chica se volvió a acercar a él como la vez anterior. Pero en este caso no lo beso, sino que le pregunto -¿Quieres... probar la muerte?

>>Lo que antes había sido un rosal ahora era un humano, o al menos se asemejaba a uno. Este ser era el can, negro como la noche y de ojos rojos como la sangre. Mark quería huir pero la chica no lo dejaba, estaba aferrada a él cosa que solo pudiera mover un poco la cabeza.

>>-Fue lindo conocerte, Mark- la chica se aparto rápidamente y el monstruo negro atacó.

>>La nieve quedo manchada de sangre, y el viento quedo mudo ante el grito de horror del muchacho. La sangre quedo ahí hasta las primeras señales de la Primavera

-Por eso dicen que cada vez, por esta época, en una dimensión del Inframundo, Mark sale a buscar a su ángel y la bestia lo vuelve a matar. Por ese es que la nieve se ve roja- no se que me causo mas miedo, si la historia de amor trágica, o que Fifi la hubiera terminado con una gran sonrisa.

-¿Por que sonríes? Es como una historia trágica de amor de la Era Medieval, donde existían las brujas y todo eso. Es espeluznante. ¿Tu crees esa historia?- esperaba que me dijera que era una broma, que todo eso se lo había inventado y que ahora me contaría que era por un fenómeno de la luz, o por lo que fuera.

-Me parece hermosa la historia- admitió Fifi mirando hacia un extremo del parque -Demuestra que el chico estaba realmente cautivado por la muchacha. No lo se, creo que me gustaría vivir algo así también.

-Estas demente Fifi- la acuse, no podía creer que dijeras tales cosas.

-Piensa lo que quieras, pero yo creo que es hermosa. Ademas, de todas las historias que circulan por aquí, parece las mas probable. Ja ja ja, si te contara las otras te reirás de lo absurdas que son- Fifi se echo a reír con lo que parecía ser el recuerdo de aquellas cosas mientras se sostenía el estomago con ambas manos como si le doliera. Se veía realmente linda cuando reia así, pero yo seguía pensando que estaba chiflada.

-Como sea, no me causa gracia esas historias. Me parecen tontas- Fifi dejo de reír y me miro divertida.

-Como quieras, es tu cabecita la que luego se va a confundir, no la mía. Por cierto, ¿A que escuela vas?

-Me mude hace poco. Hable con mi padre de ir a la Academia de Bellas Artes pero parece que él no esta muy interesado en eso- sabia que habia hecho una cara de dolor porque Fifi me miro apenada.

-Yo voy a esa Academia. No quiero humillarte ni nada por el estilo, pero podria convencer a tu papá para que lo considere. Hay excelentes programas para los extranjeros. ¡Ademas hay becas! Podrias conseguirte una si logras impresionar a los maestros. Seguro puedo hablar con Casius para que te de opciones. Él definitivamente podría convencer a las directivas...

Fifi se quedo hablando en voz alta. Yo no sabia quien era ese tal Casius pero parecía tener mucha influencia en la Academia, y los mas importante: Fifi lo conocía.

-... Si pudiéramos arreglar una cita entre Casius y tu padre estoy segura que tu progenitor no lo dudaría. Ademas, es de las mejores Academias del lugar; posiblemente lo convenzamos. Claro que queda un poco retirada. Podríamos sugerir que tu vivas allá, en la Academia. También podrias visitarlo los fines de semana, y también venir en Vacaciones. ¿Te parece que hable con Casius sobre esto?- definitivamente Fifi era del tipo de personas que hablaban demasiado, pero que sabían de lo que hablaban. Sin que yo le diera una respuesta, cogió su celular y empezó a marcar; al parecer al tan nombrado Casius.

-Dice que puede esta noche. ¿Te apetece?

jueves, 6 de octubre de 2011

Futurum - Capitulo 1

Estábamos empezando el mes de Enero. Hacia demasiado frió para el que yo estaba acostumbrada pero la vista era hermosisima. Había nieve por todas partes y la casa en la que vivíamos estaba cercana a un bosque, era magnifico. Todos los días desde que habíamos llegado, que no eran muchos, me iba para el balcón principal a contemplar el bosque. La casa no era tan grande ni tan pequeña, era termino medio, y a mi padre y a mi nos encantaba el aire puro que llegaba. Todo era como un nuevo comienzo; como si por fin hubiéramos empezado a escribir sobre una pagina en blanco en el diario de nuestras vidas.
Había sido un buen fin de año, exceptuando el hecho de que nos habíamos ido de mi país natal. Lo admito, me gustan los cambios, pero este había sido demasiado inesperado.

''-¿Quieres algo para beber? La noticia que debo darte no te gustara mucho- Mi padre estaba en la cocina sirviendo un poco de jugo de naranja en dos vasos. Me senté como él me lo había sugerido y espere lo peor.


-Nos iremos del país- dijo de golpe mientras extendía su brazo con el vaso de jugo en ella. -Antes de que digas nada quiero que sepas las razones.- Esperó, y como vio que no decía nada, continuó -Es por cuestiones de trabajo; se que estas cansada de que use el trabajo como excusa pero es cierto, mi superior me ha propuesto un cargo mas alto a cambio de que me vaya a otro país.


-¿Que le hiciste para que no te quiera ver en este?- pregunte con curiosidad al mismo tiempo que cogía el vaso y me lo llevaba a la boca para dar un sorbo.


-Pues, nada de lo que me arrepienta- dijo con orgullo, pero pude ver un poco de culpa en sus ojos.


-¿Es por su mujer? Definitivamente nunca vas a dejar de ser el mismo Casanova del cual mi madre se enamoro- lo acuse, pero me estaba divirtiendo; se ponía rojo de la vergüenza y miraba para todos lados como buscando como zafarse de la situación.


-¡No es mi culpa!- respondió indignado -Ella se me insinuó primero. Pero no es exactamente por eso.- Ahora estaba triste, ahora me iba a decir la verdadera razón. -¿Recuerdas al Coronel Lionell? Murió. Pero no te alarmes nena, murió por causas naturales, por cáncer de riñón, creo- Mi padre sonrió. Él y el Coronel se habían criado juntos y siempre habían sido buenos amigos; tan fuerte era su amistad que cuando a mi padre lo reclutaron para el ejercito el Coronel decidió abandonar sus estudios en la Fuerza Aérea y acompañarlo, la excusa: mi padre era un holgazán y no quería que perdiera una pierna  por quedarse dormido durante su turno de guardia.


-Lo siento mucho, debió de dolerte bastante su muerte- eran las únicas palabras que logre pronunciar; nunca serví para dar consuelo a un adulto.


-No te preocupes cariño. El hombre se demando mucho durante su juventud, no culpo a sus células. En todo caso- dijo mi padre recobrando su peculiar tono alegre de hablar -Iré a sustituirlo, pero no en su antiguo batallón en Hungría, creo que iré a un lugar llamado Viena, en Austria. Dicen que es bastante bonito.


Y lo era. Viena, por ser la capital de Austria, tenia bastantes lugares turísticos; ademas había una Academia de Bellas Artes y un montón de arte andante. Me estaba empezando a emocionar con la idea.


-¡Es fantástico papá!- no podía contener la alegría que tenia. ¡Podría ir a una Academia de arte!


-Vaya, te lo tomaste mejor de lo que pensé, pero lamento decirte que debemos partir dentro de dos horas. Lo siento hija, pero me confirmaron el viaje hace treinta minutos  y debemos llegar puntuales.


-Pero no podre despedirme de nadie- reproche. Ahora entendía porque mi padre me había pedido que me sentara. No tenia muchos amigos, pero los que tenia eran magníficos. Era injusto no decirles adiós.


-Lo siento- volvió a decir mi padre con tristeza -pero no hay tiempo; debemos empacar lo necesario y ayudarles a los de ventas a colocar toda los muebles en el camión.


-Si no te habían confirmado ¿Por que viene un camión de ventas?- pregunte con sospecha.


-Cortesía de mi superior- exclamo sonriendo. Era cierto.


El camión llego a los cinco minutos de que mi padre terminara de contarme lo que estaba pasando. Empezamos por la sala, luego el comedor, la cocina, los baños y las habitaciones. Desalojamos todo el lugar rápidamente. Cuando terminamos con los dos primeros pisos subimos al tercero. Estaba empolvado porque lo habíamos dejado de frecuentar después de que mi madre murió.


-Se me había olvidado que teníamos tantas cosas aquí- dijo mi padre con pesar, no por la nostalgia, sino por el esfuerzo físico que suponía bajarlas todas al primer piso.


-Si quieres puedo ir sacándolo todo al pasillo; así nos ahorramos tiempo- le sugerí y me divertí viendo su cara de satisfacción mientras asentía. En cuanto mi padre empezó a bajar por la escalera yo empece a correrlo todo. Saque los sofás, las mesas, los sillones, las estanterías y todo lo que fuera muebles al pasillo. El cuarto era realmente grande cuando estaba vació. Encontré unas cajas desarmadas y empece a arreglarlas, echaría los libros y todos los objetos que cupieran en ellas. Cuando la habitación estaba casi vacía vi algo que me hizo reír de la alegría del recuerdo, era una gargantilla con una especie de dije en forma de flor de loto con una calavera incrustada en el centro; la flor era roja como las rosas rojas y la calavera era de plata. Sin duda era de mi madre. Ella era amante a esas cosas: calaveras, flores místicas; ella fue bastante curiosa hasta el día de su muerte. Cogí la gargantilla y la escondí rápidamente en uno de los bolsillos de mi chaleco. Luego les dije a los señores de ventas que podían subir por las demás cosas.


-¡Dios! Que esfuerzo, ojala las sillas del avión sean cómodas, o sino juro que los demando- me eche a reír, mi padre, a pesar de ser Teniente Coronel, seguía con la actitud de un adolescente fastidioso al que le gustaba gastarle bromas a los demás.


-No te preocupes, seguro te pagaron pasaportes para Clase Alta- bromee.


-Mas le vale, no pienso dañar la bella forma de mi trasero- dicho esto ambos empezamos a reír a carcajadas.


***
Cuando llegamos al Aeropuerto tuvimos el tiempo preciso para que nos requisaran y subirnos al avión. La azafata fue en dos ocasiones a nuestros asientos; una, para servirnos comida, la otra, para darnos almohadas  y unas mantas.


-Te dije que seria Clase Alta- le dije a mi padre dándole un codazo.


-¡Auch!- exagero -Solo espero que no me hagan bajar del avión para decirme que los papeles estaban adulterados.- Reí en vos baja, no quería que la azafata volviera a pedirme que hiciera mas silencio.


Cuando llegamos a Viena era Nochebuena. Solo recuerdo que mi padre me puso una manta gigante sobre los hombros cuando nos bajamos del avión y que luego cogimos un taxi; lo que sucedió después lo ignoro, pues me quede dormida.''

Futurum - Prólogo

-¿En que piensas mujer?
Era una noche demasiado cálida para ser Invierno, el viento era tibio y soplaba de una manera desordenada. Aimé estaba a mi lado, se veía cansado y preocupado; tenía el cabello alborotado por el viento y estaba inclinado hacia a un lado para ver mejor mi reacción a su pregunta.
-En nada- mentí.
-Mentirosa- dijo con suficiencia y un poco de preocupación -¿En que piensas?- insistió.
-¿Por que yo? ¿Por que no otra persona, otra mujer, o un animal? ¡Lo que sea! Pero, ¿Por que yo?
Estaba desconcertada, siempre había imaginado cosas fantasiosas, pero ahora que me estaba pasando esto, no lo quería.